Cosquín Rock – Sobre  padres e hijos

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Así vivimos la edición número 20 del Festival más grande de Argentina.


«Ya te ví, te descubrí», le dije.

Con un gorrito estilo piluso y lentes veraniegos Micky Rodríguez, el líder de La Que faltaba y ex bajista de Los Piojos intentaba disimular su presencia entre la multitud. Yo parado a su lado alcancé a descubrirlo sin querer y mi corazón de pronto viajó veinte años al pasado, más precisamente a la primera edición del festival y de ahí en forma de recuerdos fugaces a cada recital de mi banda favorita.

Me devolvió una sonrisa en un gesto de complicidad. Era lógica y comprensible su actitud, estaba ahí, en medio de la multitud, con sus hijos, esperando que apareciera ese nuevo ícono generacional llamado WOS.

«¿Quién es?» me preguntó Lautaro, mi hijo de dieciocho años que por primera vez vivía una jornada en el festival.

Es Micky! le dije, el bajista de Los Piojos, es como si vos te encontráses a WOS o a Duky acá entre la gente, intenté explicar lo que para mi significaba esa persona.

Terminado el recital del «wosito» me acerqué a mi ídolo nuevamente y le pedí un abrazo y la foto del recuerdo. Tesoros que guardo para siempre en el alma piojosa.

Mi hijo no había nacido todavía cuando el festival nacía en plena crisis Argentina, pero sus ojos, como los de miles, fueron testigos de la presentación de los nuevos artistas y músicos que representan en fuerza, estilo musical e ideas a las nuevas generaciones y probablemente esta edición sea la piedra angular de un cambio de época en Cosquín Rock.

Más allá de los clásicos de siempre y las metamorfosis de algunos otros, las nuevas generaciones se identifican no sólo en sonido sino también en el discurso que baja de las letras de las canciones.

Cuando el rock corría risego de dejar de ser «no» y convertirse en mero entretenimiento en tiempos de Instagram, surgen desde las mismas esquinas, barrios y plazas nuevos estilos y mensajes que se vuelven voces amplificadas en reclamos sociales y culturales de estos tiempos. Defensa de los derechos de las mujeres que con la ley de cupo femenino en marcha durante el evento tiraron por la borda la falsa idea de falta de talento femenino.

El reclamo de oportunidades para los más jóvenes, ecología, despenalización del aborto y la marihuana, igualdad y críticas a políticos pudieron escucharse en muchas de las canciones que sonaron durante las dos jornadas.

Aquel rock que nos servía de escudo en pleno estallido social en la crisis del 2001 y que durante años fue espacio de lucha social y cultural hoy se encuentra con los sonidos urbanos que refuerzan las nuevas ideas y entregan como resultado una comunión generacional que nos permita a los mayores sentir que el legado de arte y sostén social que la música genera está en buenas manos.

Ver padres con sus hijos compartiendo lo viejo y lo nuevo fue todo un símbolo de que estos veinte años de Cosquín Rock son apenas el comienzo de un nuevo ciclo en donde la juventud irá ganando cada vez más espacio.

Lo más grandes, tendremos que abrirnos a conocer lo nuevo y darle lugar al futuro. ya lo afirmaba Gustavo Cordera, ex cantante de Bersuit, en el cierre de la primer edición del festival «El tiempo no para»

Cosquín Rock – Sobre padres e hijos

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